La primera reunión del GEU de esta temporada fue de lo más estimulante, para empezar contamos con la presencia de Luis Reygadas de la UAM que en relación al tema de investigación que le ocupa: nuevas tendencias en ámbitos laborales e innovación empresarial propuso como lectura Los Artesanos, correspondiente a la primera parte del libro de Richard Sennett (2008) El Artesano. Además asistieron a esta reunión Ángel Díaz de Rada, Gloria, G. Durán, Alfredo Francesch y Elizabeth Lorenzi junto a los habituales comensales (Francisco Cruces, Fernando Monge, Montserrat Cañedo, Sara Sama, Karina Boggio, Fernando Gonzalez de Requena y Sandra Fernandez). Virtualmente participó en el debate con una entrada ya publicada en el Blog el 18 de Octubre Rafael Ariza que se incorpora este año a las reuniones.
La lectura del texto y el propio debate giró en torno a unos cuantos interrogantes sobre los que merece la pena seguir pensando...: ¿qué existencia empírica tiene el artesano de Sennett, no solo ahora sino a lo largo de la historia? ¿Puede la figura del artesano servir como modelo eurístico para explorar y comprender nuevas formas de trabajar y dar sentido al trabajo? ¿qué sentidos y sinsentidos pueden observarse en las relaciones que los urbanitas parecen tener con el trabajo actualmente? ¿qué cuestiones son susceptibles de subrayarse en este ámbito para futuras exploraciones urbanológicas?
El debate lo abrió, como es habitual, el que sugiere el texto en cuestión. Esta vez fue Luis Reygadas quien expuso algunos ejes de análisis y discusión que Sennett propone en el texto: la relación de colaboración frente a la competencia y los resultados que una y otra aportan en relación a los recursos; el beneficio o no de la naturaleza impersonal de los patrones de calidad; y la necesaria relación procesual entre solución y descubrimiento de problemas en la producción. Añadió Reygadas a lo expuesto un apunte sobre el tono del texto. Si en La corrosión del carácter (1998) el autor entrevistaba a empleados de IBM y analizaba las incertidumbres en el modelo laboral de la “nueva economía”, aquí plantea que en algunos nichos de esta "nueva economía" habría algo positivo que se encarna en los valores artesanales: la relación no alienada con el objeto producido, la cooperación, lo ético… Pareciera mostrar una especie de retorno al mundo anterior a la revolución industrial: control del artesano sobre el trabajo, reunificación de la mano y el cerebro… Pero, ¿por qué?, ¿quizá las formas de producción altamente especializadas, fragmentadas, competitivas, han vaciado tanto de sentido el trabajo que las personas intentaran volver a producir o reinventar esas categorías de lo artesanal?.
Pronto entraron en escena las voces que concordaron con esa extrañeza que producía el tono del Sennet en este texto y avanzaron hasta tildarlo de poco riguroso y moralmente tendencioso. Algunos habían leído en él la idealización fragrante de un artesano que es, más bien, la representación de un sector social cualificado, insatisfecho con su situación laboral y ritmo de trabajo, por ejemplo, académicos, creativos, técnicos cualificados. El propio autor parte, pues, de si mismo para retratar una situación que pretende general y modélica (Monge, Díaz de Rada, Francesch, Gonzalez de Requena). Este retrato quedaba en evidencia si se contraponía, por ejemplo, con el modelo real o concreto del artesano que muestra Herzfeld (2004). Un artesano con un papel subsidiario o secundario en la economía, sin demasiada capacidad de innovación, cuya implicación con el trabajo pasa por otos ámbitos distintos y mucho más agónicos de los propuestos por Sennett. Su día a día no tiene que ver ese proceso productivo en comunidad, basado en compartir información por un progreso del oficio, de las habilidades y del objeto final. Sino con un ritmo extremadamente competitivo, marcado por el orgullo de trabajar mejor que cualquier otro artesano, mantener en secreto las técnicas, las fuentes de abastecimiento, etc. Incluso en el entorno próximo del artesano las relaciones entre aprendiz y maestro son tensas, impregnadas por un lado de explotación y por otro de expectativas frustradas hacia el aprendizaje de un oficio (Herzfeld, 2004:61-63).
Por tanto, desde este punto de vista, para utilizar la figura del artesano como expresión de un modo productivo e incluso como modelo eurístico de nuevas formas de producción hubiera sido necesario que el texto aclarara las tensiones del gremio frente a la idealización de la comunidad, de hecho: ¿No sería interesante ver que formas de gremialismo profesional se dan entre los sectores productivos que se tildan de innovadores?. Igualmente necesario y apasionante sería explorar las estructuras de diferenciación social dentro del mundo artesanal, el control de técnicas y su mantenimiento en secreto, cuestiones que seguramente tienen también su importancia en los ámbitos laborales incluso más colaborativos de esos modernos demiorgoi de Sennett. Y aún más, según algunos colegas (Francesch, Díaz de Rada, Reygadas) hubiera sido muy beneficioso y necesario que el autor definiera más específicamente que entiende por “nueva economía”, cual es el sistema productivo implicado en esa figura y en que se diferencia de otros sistemas productivos como ese taylorismo al que remite continuamente sin llegar tampoco a especificarlo del todo.
Algunos nos preguntamos entonces, ¿qué interés tiene partir de una lógica evolutiva de formas de producción y sentidos arraigados a esas formas de producción?. Pareciera que esa vía es bastante tortuosa. Los problemas de sentido, moralidad, arete, etc., vinculados al trabajo seguramente van más allá de las etapas del capitalismo tal y como comúnmente se perfilan (Díaz de Rada, Francesch, Monge). De hecho, cabe plantearse cuestiones como: ¿Realmente hay contradicción en la competición y la cooperación en la producción? ¿Hay una vinculación entre fragmentación y falta de implicación en el trabajo? ¿se pueden establecer límites entre el trabajo/espacio cooperativo, creativo, flexible y el convencional fragmentado, competitivo, rígido? ¿Definen esas categorías etapas del capitalismo?.
Cooperación y competición pueden y de hecho se entrecruzan habitualmente como formas de producción. Incluso pueden entenderse como dos principios de un mismo contrato social. Recordamos en este punto la película de Clint Eastwood (Escape from Alcatraz) de personas que se odian y compiten y a la vez cooperan para fugarse de la cárcel (Díaz de Rada). Tampoco sucede que lo que se opone al individualismo sea el colectivismo. Más bien, lo que se opone al individualismo es el holismo, individuos en relación (Dumont, 1987). El trabajo puede estar perfectamente fragmentado, y realizarse “con amor” de modo que cualquiera, en su fragmento, puede hacer bien su trabajo, desarrollarse, ser creativo y, a la vez, mantenerse en relación con otros. Y al revés, la no fragmentación no necesariamente aportaría un sentido…Ni el amor por lo que hace, conllevaría implícitamente un sentido de cooperación.
Incluso podría discutirse que el espacio tiempo empleado en el trabajo artesanal, las habilidades desarrolladas en esa práctica continuada, la reflexión en lo que se hace, impliquen necesariamente un amor por lo que se hace, un compromiso mayor. El hecho de ser habilidosa al preparar la cena a mi familia ¿conlleva necesariamente un amor en la preparación de esa cena? ¿se siente uno más implicado en ese espacio/tiempo de trabajo que en la oficina desempeñando acciones racionalizadas? (Sama) O al revés, un trabajo que aparentemente no precisa de una implicación, un amor por lo que se hace podría contener un alto grado de compromiso e implicación, ¿No estarían haciendo su trabajo de un modo comprometido e implicado los agentes de seguridad de Metro de Madrid cuando interceptan rigurosamente e incluso agresivamente al usuario que se ha colado sin pagar? (Boggio)
Pero no todo fueron críticas a Sennett, se destacaron también algunos de los posibles beneficios de considerar la “práctica artesana”, como idea analítica, incluso idealización a lo Weber si se prefiere, que permitiría indagar en la emergencia actual en algunos campos sociales (Google, DNX, LINUX, el de los académicos, pero también otros) de una relación con la propia producción no determinada por una eficiencia en relación a soluciones sino en base a búsqueda de soluciones y de nuevos problemas. Una producción marcada por una determinada temporalidad, basada en el proceso de hacer y reflexionar, de la producción unida al desarrollo cognitivo, de habilidades(Cañedo, Cruces).
Esta forma de producir indudablemente se entrecruza con otras. El modelo del artesano permitiría explorar, por ejemplo, como, en la práctica, junto a las nuevas tendencias en la producción se sigue privilegiando la racionalización exhaustiva del proceso productivo en base a unas metas muy definidas. Un ejemplo lo pone el propio Sennett en ámbitos como las instituciones sanitarias, incluso empresas como las compañías de móviles o financieras. Pero, en nuestra mesa redonda, surgió otro ejemplo común a los presentes, el proceso de evaluación que la ANECA establece. Como antropólogos trabajamos con un tiempo de detenimiento, con unos plazos largos, comprometidos e implicados con/en lo que hacemos, reflexionando sobre el propio proceso productivo, ensayando a base de prueba y error, sometiendo a debate público esos logros, encontrando soluciones y a la vez nuevos problemas. Sin embargo la ANECA establece unos productos finales muy definidos que uno debe producir en plazos limitados, sino no hay ni reconocimiento del trabajo ni hay beneficio. La quiebra entre una lógica y otra es evidente, en el medio, insatisfecho, estresado, agobiado… esta el académico que, además, ante una evaluación negativa de la ANECA tiende a proyectar un fracaso personal. El modelo del artesano podría ser aplicable a este ejemplo y no necesariamente plantearía un estado idílico, precisamente habla de tensiones, de obediencias e incluso de cierta explotación...(Cañedo)
Siendo así, la propuesta de Sennett podría entenderse también como una metáfora de las insatisfacciones que produce un modelo de trabajo capitalista tylorista, alienante, para un sector concreto de la sociedad (Cañedo, Cruces). El problema que Sennett pone sobre la mesa es el de los sentidos y sinsentidos en el proceso de trabajo actual (Cruces).
Entre estos sentidos y sinsentidos, se expuso, la tendencia presente a identificar el trabajo con un salario, con un espacio/tiempo/actividad disociado de esos otros que las personas plantean como definitorios de si mismas y que remiten más bien a ámbitos considerados personales y no laborales: hacedor de cenas para los hijos, ser un fotografo/a aficionado, un lector compulsivo, un videoartista de andar por casa o un arqueólogo urbano de fin de semana (Cruces). Se expresaría, así, una demanda del entrono urbano y aboral por un compromiso a pequeña escala, un mínimo amor por lo que se hace. Si existen estas reivindicaciones es quizá porque efectivamente se percibe que las formas de parcelización funcional de las tareas matan ese tipo de implicación. La sensibilidad, el implicar el cuerpo, el aquí y ahora, la interacción con sentido que define otro tipo de materialismo, son reivindicaciones que no pueden dejar de ser exploradas. En este sentido podrían repensarse algunas ideas de Thompson, E.P (1963) sobre los artesanos ingleses de la sociedad industrial para una sociedad post industrial. El se preguntaba por la fiesta, el relax respecto al tiempo industrial, por una relación menos disciplinaria con la ciudad y los tiempos industriales. No está de más preguntarnos, también ahora, si más allá del capitalismo industrial tan vivo aún en los hogares está también vivo el modelo del artesano (Cruces).
De hecho hay sectores de la sociedad que frente a ese despegue entre vida personal y laboral ampliamente compartido plantean su relación con el trabajo de otro modo completamente distinto. En gran parte jóvenes, cualificados y vinculados a la producción cultural, tecnológica o publicitaria parecen integrar placenteramente el trabajo en sus vidas. La línea divisoria entre trabajo y ocio, trabajo y afición, trabajo y entretenimiento, parece difuminarse (Cruces, G.Duran, Sama). El trabajo les define y les comunica con los demás. En ámbitos como el Medialab, DNX, LINUX, o en el mundo de la producción musical alternativa, el trabajo es divertido. O al menos así es como se expresa en muchas ocasiones. De hecho, si se observa de cerca el entorno LINUX, Sennett olvida una cuestión central y es el disfrute mismo con lo que se hace, precisamente el compromiso moral o ético va por ahí en este caso. En LINUX, más que la una idealización de “un trabajo bien hecho” existe un afán por divertirse con el trabajo (González de Requena, Fernández).
Para poner un punto y seguido a esta exposición de nuestras diatribas sobre la propuesta de Sennett, merece la pena apuntar algunas cuestiones en las que, según entendí, coincidimos todos nosostrxs. El texto de Sennett tiene importancia porque efectivamente expone el problema del sentido del trabajo alienado en una parte de la sociedad urbana actual. Pero, si en el medio urbano contemporáneo la acción se vincula estrechamente con trabajar, esto se plantea con un amplio margen de diversidad. Por eso, para explorar desde la Antropología lo que está cambiando en las lógicas de producción que pueden vincularse a la vida urbana, no nos conviene hacer de nuestro entorno inmediato, con una moral específica, un modelo extensible a otras lógicas de trabajo. Cuando nos vemos excesivamente reflejados o dibujados en la foto, como en el texto de Sennett, ¿no será que faltan actores en la trama? Es más, ¿no falta parte de la trama?. Nuestras investigaciones necesitan de un diálogo de alteridades. La moralidad es diversa y tendrán que incluirse las propuestas de muchos otros en la relación entre acción y producto de la acción. Este es el sentido de una Antropología Urbana donde el antropólogo inevitablemente esta dentro del propio discurso urbano. Convendría preguntarnos, por ejemplo: ¿quién llama trabajo a qué?, ¿qué márgenes de compromiso político de la acción hay y cuáles son…?, ¿qué problemas de sentido tienen en relación a su trabajo los que son jefes de sucursales de banco, agentes de seguridad de Metro de Madrid u operadores en un call center?, ¿porqué no tienen tantos problemas como yo de sentido? Y, si los tienen, ¿cuáles son?, ¿coincide la idea de compromiso del trabajador con lo que espera de ese compromiso la empresa para la que trabaja o el lugar, cualquiera que sea, en el que desarrolla una acción que considera trabajo?. No resulta incompatible extender estas cuestiones en términos weberianos. Es decir, si la organización racional del trabajo es pensada como principio fundacional del capitalismo y comprobamos que esta forma de organización está cambiando, ¿Podríamos hablar de un capitalismo en transformación? ¿en que maneras? ¿Cual es la/s ética/s de este “nuevo” capitalismo?
Estas son preguntas que hoy están en el aire, textos como el de Sennett, o el que nace de la investigación de nuestro colega Luis Reygadas, Capitalismo 2.0 , así como, los de Crewe, Gregson and Brooks (1998) Alternative retail space; Olivier Blondeau (et al) (2004) Capitalismo cognitivo, propiedad intelectual y creación colectiva, entre otros muchos, apuntan algunas vías de discusión a las que seguramente volveremos en próximas reuniones del GEU.
Y recordad que, como siempre, en este Blog, los textos colgados dejan la puerta abierta para entrar sin llamar...
Sara Sama
Alguna Bibliografía comentada y útil para el tema
Blondeau, O. (et al) (2004). Capitalismo cognitivo, propiedad intelectual y creación colectiva. Fabricantes de sueños: Madrid
Crewe, Gregson and Brooks (1998) Alternative retail space. En: Fashioning the city: Cultures of consumption in contemporary urban spaces. Original Research Article Geoforum, Volume 29, Issue 3, August 1998, Pages 287-308.
Dumon, L. (1987). Ensayos sobre el individualismo, Madrid, Alianza Editorial.
Dumont, L. (1970). Homo hierarchicus. Ensayo sobre el sistema de castas, Madrid, Aguilar.
Herzfeld. (2004) The body impolitic: artisans and artifice in the global hierarchy of value:
O'Higgins, N. (2003). Trends in the Youth Labour Market. En: Developing and Transition Countries (October 2003). World Bank Social Protection Discussion Paper Series No. 0321. En SSRN: http://ssrn.com/abstract=758907
Sennett, R. (1998) La corrosión del carácter. Anagrama: Barcelona. En: http://www.scribd.com/doc/6597468/Richard-Sennett-La-Corrosion-Del-Caracter-Libro-Completo
Sennett, R. (2008). El artesano.. Anagrama: Barcelona. (Parte 1 . Los Artesanos. Pp.:31-71)
Sennett, R. (2006). The Culture of the New Capitalism, New Haven y Londres: Yale Uni versiry Press.
Stolcke, V. ( 2001). Gloria o maldición del individualismo moderno según Louis Dumont.
Tompson (1963) The making of the english working class. New York: Vintage Books.