jueves, 7 de febrero de 2008

Buenas nuevas para febrero...

Alicia Lindón y Daniel Hiernaux envían link a este interesante número de una revista chilena (Eure) sobre imaginarios urbanos. En particular el texto de Alicia sobre hologramas es muy fashion. Cuentan además que en Mayo vienen a BN. ¿Los tendremos por la UNED? Veremos...
http://www.scielo.cl/scielo.php?script=sci_issuetoc&pid=0250-716120070002&lng=es&nrm=iso
Confirmación de nuestro próximo encuentro el MARTES día 19: -a las 12:00, conferencia (abierta al Depto.) con Italo Pardo. -a las 16:00, nuestro convencional GEU con Giulianna Prato. -entremedias, entrecot con patatas, Italo Pardo y Giulianna Prato.
Los textos y títulos de las charlas los circulará Fernando, en breve.

miércoles, 6 de febrero de 2008

Resacas de Lefebvre: la bomba de tiempo


Bueno, en este caso, a diferencia de con Benjamin, Lefebvre es casi un pretexto. En realidad esto sería más bien la resaca de un comentario que salió en la última sesión que tuvimos, al hilo del texto de Lefebvre. El comentario decía algo así como que: “esta ciudad ya no es mi ciudad” –léase: el Madrid de los túneles de la M30 y otros megaproyectos ya no es la ciudad que yo conocí, donde yo crecí, etc. –lo que, en último término, apunta a una especie de pérdida de una ciudad a escala humana, y a una perplejidad del antropólogo sobre cómo debe situarse ante eso. La resaca es a propósito de la cuestión del cambio en la ciudad. Que la ciudad está permanentemente cambiando es un lugar común. Pero, por otra parte, el cambio al que se refiere el comentario anterior parece un cambio de cierta envergadura –frente a otros cambios que no lo serían-, una especie de producto de un precipitado de cambios que ¿por acumulación? resultan en un salto cualitativo, un cambio más radical, que funda un antes y un después: “la ciudad a escala humana” vs. la “megaciudad”. ¿Cómo cambia la ciudad? ¿Cómo se aprehende un continuo cambio de forma? ¿Cómo se percibe, incluso? Benjamin inventó los pasajes como analizadores, y el fotógrafo del post anterior (si no lo habéis hecho, ved sus fotos!) hace, a través de sus series de imágenes de elementos del medioambiente urbano, una radiografía sutilísima del cambio en la ciudad –y no sólo en sus aspectos materiales, sino como forma de vida. Señalar, evocar el cambio es quizá más fácil con imágenes; porque, creo yo, es algo complicado de lograr en la escritura etnográfica, a no ser con esos cortes radicales -“antes la ciudad estaba hecha a escala humana, ahora es una megápolis inabarcable”-, como dicotomías analíticas que dejan casi más preguntas que respuestas. Estaba yo estos días de atrás con esta resaca un poco pastosa, cuando probé un zumo de naranja delicioso. Se llama “bomba de tiempo”, y se lo inventó, o reinventó, George Perec (segunda vez que lo cito). En realidad es todo un método para tratar de aprehender el cambio en la ciudad. Un método, digamos, para hacer una etnografía del espacio-tiempo urbano. Bueno, método es demasiado ambicioso; es una técnica más bien: modesta, pero firmemente encaminada a reunir datos empíricos, concretos, sobre los que trabajar después (más allá de las vaguedades del tipo “antes”, “ahora”, “ciudad a escala humana”, “megaciudad”). Podría ser apto para antropólogos urbanos perplejos –y más todavía para un flamante “Grupo de Estudios Urbanos”, que suena a sociedad secreta- si no fuera que éstos nunca tienen (tenemos) tiempo de nada. Y se necesita mucho tiempo para hacer una bomba de tiempo. 12 años, dice Perec. ¡Casi nada! Pero a ver, vamos con el método:
“Los lugares (Notas sobre un trabajo que estoy haciendo) En 1969 seleccioné en Paris 12 lugares (calles, plazas, cruces, un pasaje) en los que había vivido, o a los que me unían recuerdos muy particulares. Me propuse hacer cada mes la descripción de dos de estos lugares. Una de estas descripciones se hace en el mismo lugar y lo más neutra posible: sentado en un café o andando por la calle, con un cuaderno y un bolígrafo en la mano, trato de describir las casas, los comercios, la gente con la que me encuentro, los carteles y, de modo general, todos los detalles que atraen mi mirada. La otra descripción se hace en un sitio diferente del lugar: entonces trato de describir el lugar de memoria y de evocar todos los recuerdos relacionados con él que se me ocurren, sean acontecimientos que ocurrieron allí, sea gente que encontré allí. Cuando están terminadas estas descripciones, las meto en un sobre y lo sello con cera. En algunas ocasiones me he hecho acompañar al lugar que estaba describiendo por uno o una amigo(a) fotógrafo(a) que, libremente o siguiendo mis indicaciones, ha tomado fotos que he metido en los sobres correspondientes, sin mirarlas (salvo una tan sólo); también en alguna ocasión he metido en estos sobres diversos elementos que más tarde serían susceptibles de servir como testimonio, por ejemplo billetes de metro, o bien tickets de consumo, o entradas de cine, o prospectos, etc. Cada año comienzo de nuevo estas descripciones teniendo cuidado, gracias a un algoritmo que ya he citado (bi-cuadrado latino ortogonal, éste de orden 12), primeramente, de describir estos lugares en un mes diferente del año, luego, de no describir en el mismo mes el mismo par de lugares. Esta empresa, que se parece un poco en su principio a las “bombas de tiempo”, durará doce años, hasta que todos los lugares hayan sido descritos dos veces doce veces {ahora cuenta algunos problemillas para llevar a cabo las descripciones que tuvo algunos años, que omito}. Entonces sabré si valía la pena: lo que espero en efecto no es otra cosa que dejar huella de un triple envejecimiento: el de los lugares mismos, el de mis recuerdos y el de mi escritura.”
Calculando, debió terminar el proyecto en 1980 pero no sé si publicó los resultados.
 Montse